Luz Méndez de la Vega
Los años 70 fueron crueles para los escritores guatemaltecos. Cualquier indicio de inteligencia era visto con sospecha por las dictaduras de entonces. Pero el escritor necesita expresarse, o explota. Es dentro de este contexto de represión que aparecen dos grupos importantes dentro de la historia literaria del país: La Moira y Rin-78. El primero, conformado por estudiantes y profesores de las humanidades está orientado al teatro. El segundo, más heterogéneo, está conformado por poetas, cuentistas y novelistas, cuyo afán principal es precisamente el de unirse para poder publicar en situaciones tan adversas. Aunque estos grupos no estaban ligados a ningún grupo político, legal o clandestino, esto no significaba que no hubiera entre sus miembros una preocupación por lo que atravesaba el país. Luz Méndez de la Vega perteneció a estos dos grupos. Nacida en 1919, por muchos años fue brillante catedrática en la Universidad de San Carlos. Relativamente tarde decidió publicar sus primeros libros de poesía, Eva sin Dios en 1979, y Tríptico (Tiempo de amor, Tiempo de llanto y Desamor) en 1980. Aunque será otra poetisa, Ana María Rodas, a quien se le atribuirá el inicio de la poesía feminista con su Poemas de la izquierda erótica en 1973, sin duda Luz Méndez se convierte en un nombre de referencia obligada para la poesía feminista guatemalteca.
Su temática dominante será tanto la feminista como la existencial y sus siguientes poemarios confirmarán esta tendencia: De las palabras y la sombra, 1984 (Primer Premio del Certamen Permanente Centroamericano 15 de Septiembre de 1983), y Las voces silenciadas (Poemas Feministas), 1985. A lo largo de la década de los 60 y 70 publicó en periódicos y revistas varios poemas de denuncia social, y en 1999 los publicó en libro bajo el título Toque de queda –poesía bajo el terror- (1969-1999).
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